A medida que avanzas
Vicent te va pintando el paisaje,
ese paisaje empinado de hierba anaranjado
que se va derrumbando bajo tus pies desnudos
haciéndote caer después desde lo más alto.
Los girasoles forman torbellinos
se alzan volando a tu alrededor
emulando soles
que te deslumbran impidiéndote ver.
Te intento dar la mano de nuevo
tiro hacia mi con todas mis fuerzas,
pero mientras Virginia
te va llenando juguetona
los bolsillos de piedras
como queriendo burlarse de mi.
Y tus ojos cristalinos me miran
con esa mirada perdida
que los antipsicóticos les da,
pero curiosamente
conscientes de casi todo.
Construyes castillos de arena que caen a plomo.
Tu brújula ya no señala hacia ningún lugar.
Te he acompañado tantas veces...
arriba...
revolcándonos entre las nubes
abajo...
hundidas en el tarquín.
Vi con tus ojos
tus alucinaciones
y paseé y dialogué
con los que no están cuerdos
confundiéndome con ellos.
Maldita enfermedad
que se te lleva
que sin previo aviso
te engulle como un monstruo
gobernándote la cabeza.
Me ha encantado, Lita.
ResponderEliminarUn beso.