viernes, 15 de agosto de 2014
La bestia
Ruge el monstruo entre los callejones, su esperpéntico caminar y su rostro grotesco ya no extrañan ni a su cría, que con ojos de becerro mal herido, la mira maldiciendo su sangre intentando apartarse de ella. A pesar de ser mamífero, le arranco la boca de sus tetas, desbordando la tibia leche de sus pezones, para poder estar panza arriba y caliente bajo el sol. Se rascaba continuamente sin hacer nada, haciendo círculos alrededor de su ombligo saliente, mientras la caverna se desmoronaba, viniéndose abajo aquellos antiguos pilares de enormes piedras, aplastando y sepultando a su manada. Nunca tuvo olfato para oler la hierba, no levanto jamás la vista en la noche hacia el firmamento y contó las estrellas, ni en el día acaricio el agua del río con su aspera lengua. Tampoco nunca cuando llovió, fijo sus negras pupilas, una sola vez, para ver el delicioso arco iris. Ni busco su rostro reflejarse en un charco tras un dia de lluvia.
Sorda y muda, la bestia ruge y brama su desgracia, un quejido lastimoso desprende su garganta. Se la escucha por todas partes y los corazones se desgranan, se enternecen, deseando acariciarle el alma.
Tras sus pesados pasos dilapida las amapolas,
y al tímido Caracol aplasta con su cascara, formando ahora una rosacea mezcla viscosa. Lastima en lo que te has convertido... parlanchin de feria, triste mentira.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Intenso, muy bueno, muy bueno.
ResponderEliminar. Un beso.
Buen relato, Lita. Un abrazo. Mercedes.
ResponderEliminar