viernes, 15 de agosto de 2014
Recuerdos de arena
Buscabas mis ojos tratando de ver el fondo en ellos.
Miré hacia otro lado para que no me pudieras ver. No fue fácil.
No podías sumergirte en mis pupilas como tú de verdad querías, y te quedaste solo en la superficie flotando impotente en mis retinas.
No quise hablar.
Recuerdo la arena, esa arena oscura y gruesa que invade todo, que se mete entre las uñas y te hace chirriar los dientes, entrando en los ojos secándolos, tratando de no dejarte ver.
No había luna ni estrellas, no podía ver el mar.
Absurdo saltar las olas.
Olía a gente, a tumulto embriagado, a estatuas frías de cemento, a plástico quemado.
Mi silencio era tan fuerte, que por un momento se dejó de oír aquella música estridente. Respiré hondo dando gracias a esa paz ofrecida aunque fuera solo por un instante.
Mágicamente nos fuimos separando de nuestros cuerpos, y desde arriba vi el mío sentado en la arena , solitario y perdido, ausente de ti, sintiéndose culpable de no poder reflejar ningún color.
Perdida.
Siempre lo supe.
Seguía sola.
Tenías razón aunque en aquél momento no te la dí. Andaba yo tan lejos de ti, de aquel lugar. Como una cometa quería volar y distanciarme, escapar de allí.
Te fue imposible ilusionarme, imposible brindar con nuestras copas de plástico.
Imposible
por mucho tiempo más permanecer en tu playa, donde desde que marqué mi primera huella, sabía que nunca debería quedarme.
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