viernes, 15 de agosto de 2014

La madre



La madre le asestó la certera
y cruel puñalada a la mujer.
Se dibujó la terrible
mueca en su rostro,
al sentir el frío acero
penetrar en sus entrañas.
Los ojos desencajados,
llenos de incomprensión
como queriendo entender…
La mujer ni siquiera gritó,
permanecía muda
entreabriendo los labios,
como queriendo decir algo.
¡Cuánto dolor! Y ni siquiera
le dolía la profunda herida.
La madre acarició su rostro
con ternura, con amor,
bebió las lágrimas de la mujer
y apoyó las manos sobre sus hombros
con una leve caricia.
Las finas piernas
comenzaron a temblarle,
la mujer fue perdiendo fuerza
y se desplomó bajo sus pies preguntándose
- ¿Por qué?...
Al final, curiosamente,
la madre venció la batalla

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