viernes, 15 de agosto de 2014

El sol




El sol estalló en mil pedazos.

Su gran estruendo rompió mis tímpanos,
taponándolos de roja sangre.
Dos surcos brillaban,
como pendientes de finas perlas.
La oscuridad cosida a mi cuerpo
con hilo de negra seda
y una escarcha repentina e insaciable.
Todos se han ido,
solo permanezco viva yo,
detenida, en este negro mundo
que ahora me acoge, abrazándome
como madre posesiva.
Solo yo,
como espectro impasible
vagando en un mundo sin sentido
de horas detenidas,
de relojes que a su antojo
juegan con el tiempo.
Mientras... me acuna
y me llena de besos sin labios
la calavera carcomida.

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