Hay veces que se pierden las
fuerzas.
Que los nervios se
desquebrajan sin darte apenas cuenta y te traicionan, dejándote
vulnerable como una copa de cristal lanzada al vacío desde el
precipicio más alto.
Hay veces que el corazón
golpea a fuerza de martillo contra el pecho, y las palabras se
amontonan y estallan como un cóctel, minando cualquier resquicio de
paz.
Veces que en unos días, el
mundo se encoje tanto, que te aprisiona tapándote todos los poros
sin dejarte respirar. Los planetas se alinean. Y el ahogo te nubla la
vista y te venda los ojos.
Hoy te temo mar blanco de
papel, hoy tiemblo al escribir sobre ti, tecleando temblorosa las letras. Porque tú eres verdad, porque tú me certificarás, lo que antes yo
te te habré contado.
Desmontarás a la mujer de
acero, me arrancarás la piel sin piedad y me abandonarás cuando me
descubras, pues tal vez yo ya no quiera escucharte.
Hay veces que la penumbra
suavemente va cubriendo tu entorno, como un amante fiel se va
acercando insinuante y con sigilo, y con premura sin compasión, se
apodera de ti.