domingo, 31 de agosto de 2014

La sombra


                                                                                                 Foto: Lita Aguado
-!Vente conmigo! -Le dije a mi sombra- Mientras ella, sin hacerme caso, seguía insolente trepando por la pared desnuda.
Sin mi no eres nadie, - le grité a voces cuando creí verla por un instante detenida.
-No llegarás lejos. Cuando se cierna la noche y no haya luna que te guíe, buscarás adherirte a mi cuerpo. Las dos nos necesitamos.
Sin titubear y al parecer sin escucharme, aceleró más su paso ágil de gato, y yo sin temer a nada me lancé tras ella haciendo caso omiso de la altura que iba ganando en tan pocos segundos.
Una vez arriba las dos comencé a sentir el vértigo. El viento latigaba mi cara, me empujaba como un niño enfadado que no es consciente de el daño que puede llegar a hacer.
Ven, dame la mano...- le susurré despacio.-
De repente se abalanzó sobre mi con los ojos desencajados. Uno, dos, tres pasos atrás más dados por mi, hasta acabar cayendo en el más frío e inhóspito vacío.
La sombra desde lo alto asomó su rostro desdibujado. Desde lo lejos me pareció , creo, hasta verle una sonrisa.

3 comentarios:

  1. Siempre que voy a la piscina busco una sombra..., porque no me fio de la mía.
    -
    En resumen, me ha gustado lo que has escrito.

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  2. Buenas tardes Lita Aguado:

    Un cuento conciso y fantástico, sin embargo, recreas una situación que nos acerca a la realidad y seguramente origina más de una interpretación. La mía, es que en una relación de afecto, amistad o cariño, deben primar expresiones (son palabras de tu relato): *Las dos nos necesitamos*, y posponer o evitar: *Sin mí no eres nadie*. Quizás así el susurrante:*ven, dame la mano*, suene natural, íntimo, como una caricia compartida y no... como un tardío gesto.
    Me agradó, invita a pensar.

    Saludos.

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  3. Hola Pensador;
    Como tú bien dices, cada cual interpreta a su modo, y eso es lo realmente fantástico. Por eso no he pospuesto el "sin mi no eres nadie", ni intenté que el "ven, dame la mano" suene íntimo como una caricia compartida como tú dices, porque cambiaría totalmente el sentido de lo que realmente quiero decir.
    Muchas gracias por tu visita.

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